Miedo silenciante y emociones desbordadas.
Sobreviviendo al apego ansioso
Nos encontramos una vez más. ¿Cómo va este mes de amor y amistad? ¿Te han endulzado rico? ¿Ya sabes qué darle a tu amigo/a secreto/a? Como ya lo hemos hablado, septiembre, mes de amor y amistad, es la oportunidad perfecta para cuestionarnos sobre el apego y autoestima. En un primer artículo te conté sobre las generalidades del apego, y en un segundo momento comenzamos a hablar de manera más específica sobre el apego evitativo.
¿Piensas mucho qué regalarle a tu amigo/a secreto/a? ¿te cuesta dejar de pensar? ¿sientes que tu pareja te puede abandonar en cualquier momento? El día de hoy te hablaré, en este artículo de 2 partes, sobre un tema fundamental del apego emocional: el estilo vincular de apego ansioso. Ainsworth (1978), Bowlby (1993), Hazan y Shaver (1987) y Serván (2023) concuerdan en que un apego ansioso se relaciona con “una aproximación afectiva a la separación, es decir, muy emocional, y se ve en expresiones muy fuertes de emociones que llaman la atención de la figura cuidadora, quien termina siendo la responsable de regular a la persona” (Serna, 2023). Es un estilo relacional donde las personas se muestran infrareguladas afectivamente, a saber, que expresan sus emociones con una intensidad demasiado alta, a veces desproporcionada, y les cuesta demasiado controlar esas respuestas emocionales tan fuertes.
Este estilo vincular, cuenta Serván (2023), es uno donde la información relevante proviene de los afectos, es decir, que lo que sienten se convierte en verdades absolutas y desde ahí se movilizan las decisiones que se toman. Es una estrategia vincular que, por medio de estas expresiones afectivas explosivas, buscan que su figura de cuidado -que, como sabemos, puede ser cuidadores primarios (mamá, papá, tías/os, abuelas/os, hermanos/as), pareja o amistades- se implique demasiado en su experiencia afectiva.
Este estilo vincular se da porque las personas sienten miedo a que su figura de cuidado se vaya y no regrese, un miedo muy marcado al abandono, y han aprendido que por medio de estas expresiones afectivas muy intensas logran llamar su atención y hacer que regrese. Esto significa, de acuerdo con Ainsworth (1978), que aprenden a afrontar esa ansiedad por separación externalizando lo que sienten, sacrificando su posibilidad de autoregularse y su bienestar emocional, lo que significa que, si la figura de cuidado no puede atender sus necesidades, no tendrán las herramientas para afrontar lo que están experimentan.
Este estilo vincular ansioso aparece cuando “el/la bebé expresa su malestar, llorando normalmente, y la persona que lo cuida responde de una forma específica” (Serna, 2023).
Para este caso, la respuesta tiende a ser de insensibilidad, es decir no atendiendo y cuidando las vulnerabilidades de los/as bebés cuando las expresan, de intrusividad, cuando se invade el espacio personal y emocional del/la niño/a de manera excesiva y sobreprotectora (“tengo que cuidar a mi hijo/a de todo”, “no le puede pasar nada”, “me tienes que dar un beso así no
quieras”).
También exigir atención constante de los/as infantes (“no puedo creer que no estuvieras siempre disponible para mí”) y ponerles roles de cuidado que no les corresponden. Así mismo, dice Serván (2023), la inconsistencia resulta tremendamente nociva, porque para el/la bebé se vuelve impredecible la respuesta de sus cuidadores/as ante sus necesidades afectivas.
La pregunta más pertinente ahora es: ¿esto qué tiene que ver conmigo hoy en día, que ya no soy niño/a? La respuesta: tiene todo que ver. Te conté anteriormente que según Hazan y Shaver (1987), Ainsworth (1978) y Bowlby (1993), esos aprendizajes de la infancia configuran la forma en que, de jóvenes y adultos/as vivimos y expresamos el amor y la amistad. Es decir, toda relación donde pongamos nuestra vulnerabilidad.
Eso te lo cuento más a profundidad en la segunda parte de este artículo.
Continuará..
Referencias
Ainsworth, M. D. S., Blehar, M. C., Waters, E., & Wall, S. (1978). Patterns of attachment:
A psychological study of the strange situation. Lawrence Erlbaum.
Bowlby, J. (1993). El Apego y la pérdida. Ediciones Paidos Iberica.
Hazan, C., & Shaver, P. (1987). Romantic love conceptualized as an attachment process.
Journal of Personality and Social Psychology, 52(3), 511–524.
https://doi.org/10.1037/0022-3514.52.3.511
Serván, I. (2023). Desorganización del apego. Clínica y psicoterapia con adultos. Editorial
Desclée de Brouwer, S. A.
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