¿Hambre emocional o hambre real?
Superando mi relación con la comida
Los alimentos nos acompañan en muchas situaciones de nuestro día a día, pasando de ser una necesidad para nuestra nutrición y bienestar a tener un marcado impacto social al acompañarnos en todo tipo de encuentros, como fechas importantes o reuniones de trabajo. Sin embargo, muchas veces no logramos relacionarnos de una forma adecuada con los alimentos y podemos llegar a convertirlos en los protagonistas de nuestra vida al tornarse en la herramienta para mediar con nuestras propias emociones
Esto no implica que los alimentos no deban acompañarnos ante una celebración o no podamos usarlos para consentir a nuestras personas queridas, la dificultad es cuando buscamos en la comida, aquellas respuestas o satisfacciones emocionales que no tenemos.
Pero ¿Cómo diferenciamos el hambre emocional del hambre real? El hambre que va en incremento paulatino, que llega con una molestia o crujir en el estómago y normalmente podemos postergar unos minutos es el hambre real; a diferencia del hambre emocional, que llega con un deseo de comer algo especifico, usualmente de alto contenido calórico, que parece ser incontrolable y no permitirnos hacer otras actividades y aunque comamos, incluso en grandes cantidades, parece no ser suficiente.
Es importante identificar el sentimiento de culpa, posterior al consumo por hambre emocional.
Esta hambre suele ser consecuente de situaciones que consideramos como retadoras o difíciles, aquellas en las que sentimos no podemos controlar las dificultades de nuestro entorno y al no poder controlar lo que pasa a nuestro alrededor buscamos el control de algo que sí esté a nuestro alcance: usualmente la comida y es ahí, donde podemos llegar a tener atracones de comida que nos den una falsa sensación bienestar.
Lastimosamente está percepción de bienestar es corta en el tiempo, pues le acompaña el sentimiento de culpa por aquello consumido y la situación inicial que provoco ese consumo de alimentos no se ha solucionado.
Es claro que el azúcar te hará sentir mejor, la glucosa sí o sí surgirá unos efectos en ti, sin embargo, como ya lo mencionamos ese alivio será solo temporal y en el largo plazo la misma angustia volverá y la situación estará sin resolver. Por eso, desde Cresentia traemos para ti algunas acciones que te puedan ayudar a tener un mejor manejo de tus emociones mientras que cuidas tus hábitos alimenticios.
- Identifica en qué momento o en qué momentos suele pasarte más el consumo de alimentos por un hambre emocional, en qué lugares te encuentras y cuáles son las emociones previas al alimento, identifica también sentimientos de soledad o vacío, sí tal vez es una situación de alto estrés y alta carga para ti. A partir de esta clarificación podrás hacer más consciente este momento y tendrás la oportunidad de buscar la solución óptima.
- Acércate al momento presente e identifica todo lo que tú haces en el aquí y en el ahora, reconoce las diferentes decisiones que tomas a lo largo de tu día a día. Al momento de consumir tus alimentos presta a ellos toda tu atención y todos tus sentidos. Céntrate en el olor, la forma, la textura y el sabor de ellos, dejando de lado celular, televisión u otras actividades en ese momento.
- Usa registros de los alimentos que consumes y los momentos en que los consumes, esto hará que puedas ser un poco más consciente y monitorear aquello que estas consumiendo y el por qué, progresivamente puedes dejar de lado el registro, cuando percibas tus rutinas alimenticias, son de mayor bienestar para ti. Recuerda que la idea no es generar en ti una mayor carga o una evaluación que te genere mayor estrés, el objetivo es de una forma amable y compasiva contigo mismo usar una herramienta que te permita ser más consciente de tus rutinas de alimentos.
- Una vez hayas identificado esas características frecuentes de los momentos en que más alimentos consumes por un hambre emocional, tal vez antes de acabar la jornada de trabajo o al tener algún tipo de discusión, puedes volver sobre estas situaciones y poder tomar medidas de cuidado o cambio de las situaciones, tal vez buscar formas alternas de expresar tu emoción.
- Recuerda que debemos tener 5 momentos alimenticios diarios: 3 principales que son desayuno, almuerzo y comida, los cuales deben ser de gran valor nutricional con proteína, carbohidrato y minerales (verduras), un consejo que te puede ayudar es velar porque tu plato este lleno de colores. Adicionalmente tenemos 2 snacks estos requieren de una pausa en tus actividades para poder disfrutar de estos alimentos, te recomendamos el consumo de frutas, queso, jamón, frutos secos.
Recuerda que la dificultad no está en el alimento, tampoco buscamos llegar a caracterizar como negativo algún producto en específico, la invitación acá es a nutrir tu cuerpo a partir de una alimentación balanceada y nutritiva para ti, en la cual los pequeños caprichos que te des puedan ser de total agrado y disfrute, más no un intento por apagar una emoción o tener una sensación de control. Una vez logres diferenciar en ti el hambre biológica del hambre emocional, seguro podrás elegir aquellos de mayor bienestar.
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